Durante la Transición, España vivió también momentos de gran tensión. El intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, liderado por el teniente coronel Tejero, puso a prueba la estabilidad del nuevo sistema. La firme respuesta de las instituciones democráticas y el rechazo de la ciudadanía mostraron la madurez alcanzada en pocos años y consolidaron el rumbo hacia la pluralidad política.
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El cambio no fue solo político. La sociedad española experimentó una transformación profunda: mayor apertura a Europa, desarrollo de los medios de comunicación, evolución de las costumbres y auge de movimientos sociales. Las generaciones más jóvenes crecieron con nuevas expectativas y valores, y se implicaron activamente en la construcción de una España más diversa y participativa.
La Transición es considerada hoy como un ejemplo de reconciliación y diálogo. Aunque no estuvo exenta de críticas y sigue siendo objeto de análisis y revisión, su legado perdura en las instituciones actuales. Comprender este periodo es esencial para entender cómo se forjaron las bases de la España contemporánea y cómo el pasado influye en los debates presentes.