La Guerra de la Independencia Española, que se desarrolló entre 1808 y 1814, representa uno de los momentos más significativos de la historia moderna del país. El conflicto comenzó tras la invasión napoleónica y la abdicación de Carlos IV y Fernando VII, lo que desencadenó una respuesta popular en defensa de la soberanía nacional. Esta guerra no solo fue un enfrentamiento militar, sino también un proceso que alteró profundamente la estructura social y política de España.
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La resistencia contra el ejército francés se caracterizó por su carácter descentralizado y por la participación activa de la población civil. En muchas regiones, surgieron juntas locales que organizaron milicias y coordinaron acciones de defensa. Este fenómeno marcó un cambio en la forma de concebir la política, abriendo paso a la participación popular y cuestionando el poder absoluto de la monarquía.
Uno de los episodios más emblemáticos fue el levantamiento del 2 de mayo en Madrid, cuando el pueblo se alzó contra las tropas francesas. Esta fecha se ha convertido en un símbolo de lucha y se conmemora cada año como fiesta autonómica. El arte también reflejó el dramatismo del momento, especialmente en obras como «El 3 de mayo de 1808» de Francisco de Goya, que capturó el horror de la represión con un lenguaje visual impactante.