La Transición Española, iniciada tras la muerte de Francisco Franco en 1975, es uno de los procesos políticos más relevantes del siglo XX en España. Este periodo no se limitó a un simple cambio institucional, sino que implicó profundas transformaciones sociales, jurídicas y culturales que marcaron el camino hacia un nuevo modelo de convivencia democrática.
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Tras casi cuatro décadas de dictadura, la figura del rey Juan Carlos I fue determinante en el impulso hacia un sistema parlamentario. Aunque había sido designado por el propio Franco como su sucesor, el monarca optó por un modelo de apertura política que sorprendió a muchos. Su papel como árbitro y moderador entre fuerzas opuestas fue clave para evitar enfrentamientos y facilitar acuerdos.
Uno de los hitos más importantes del proceso fue la aprobación de la Constitución de 1978, fruto del consenso entre diferentes ideologías. En ella se establecieron las bases del Estado de derecho, la separación de poderes, el reconocimiento de las autonomías y los derechos fundamentales. Este texto supuso un punto de encuentro que permitió avanzar sin rupturas traumáticas con el pasado.