El arte rupestre español es uno de los vestigios más antiguos y significativos de la historia artística del país. Sus pinturas y grabados, que datan de hace miles de años, ofrecen una ventana al pasado y permiten entender cómo las primeras comunidades humanas expresaban su relación con el entorno y el mundo simbólico.
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Las cuevas de Altamira, en Cantabria, son las más conocidas y han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sus pinturas representan animales, manos y símbolos abstractos realizados con pigmentos naturales, mostrando un alto grado de técnica y sensibilidad artística. Estas obras reflejan la importancia del entorno natural y la espiritualidad en las sociedades prehistóricas.
Además de Altamira, existen numerosos yacimientos distribuidos por la península, como las cuevas de Tito Bustillo en Asturias o la Cueva de la Pileta en Andalucía. Cada uno aporta información única sobre estilos, técnicas y temáticas, y juntos constituyen un legado invaluable para la arqueología y la historia del arte.